Llegan los exámenes y toca estudiar. Apuntes, diapositivas,
libros, bolis… Menuda pesadilla. Estás sola en casa y son esos momentos en los
que te pones a leer y tu cabeza empieza a divagar y apareces, de
repente, en un mundo desconocido, fantasioso, empiezas a imaginarte tu mayor
sueño erótico y decides ver un poco de porno. Te estás calentando. Sin que se
note empiezas a frotarte por fuera del pantalón para humedecerte. Imaginas que
alguien te está viendo y consigues ponerte más cachonda aún. ¿Qué tienes
delante? Un boli. Abre un poco las piernas y te lo metes. Empiezas a jugar.
¿Por qué no dos? Llegas a tres y empiezas a frotar. Metes y sacas los bolis
mientras te frotas el clítoris con la mano libre. Te está dando gustito así que
intentas estirar el placer lo más posible hasta que coges ritmo, empiezas a
frotar más, metes y sacas los bolis con más rapidez y te corres. No es
suficiente. Ahora metes tus dedos, más a dentro y te acaricias los labios. Que
no falte la frotación porque sigues con la euforia del anterior. Das caña para
no perder la excitación y llegas. Esta vez el escalofrío te impide seguir
frotando y te quedas vacía. Ahora sí puedes seguir estudiando. ¿Quién no se ha
masturbado estudiando? Creo que no veré ninguna piedra…
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