Era verano, fiestas de pueblo, alcohol en cantidades
industriales y la bilirrubina en órbitas de otro planeta. Ya eran altas horas
de la noche o madrugada, depende de cómo lo quieras ver. Estoy sentada con un
grupo de amigos cuando aparece él. Nunca me había llamado la atención, de hecho
es del grupo de amigos de mi vecino, con el cuál sueño hace muchos años. Él me
había estado buscando por redes sociales años atrás. Me buscaba, me miraba, se
ponía nervioso si lo miraba. Se ponía cachondo. Me había invitado a ver
películas a su casa estando solo, pero ya sabemos cómo funcionan las cosas en
los pueblos, así que nunca había aceptado. Esa noche, esa madrugada, yo estaba
fuera de mí. Se sentó a mi lado y empezamos a hablar de temas bizarros, los
cuáles sería incapaz de enumerar ahora mismo. De un momento a otro estaba
caminando hacia su casa de su mano. Nos parábamos en el camino a besarnos, a
calentarnos, a mojarnos. Por fin llegamos, pasamos al salón y me enseña a
través de una puerta de cristal una piscina enorme en su jardín. “¿Nos metemos?”,
“¡claro!”. Nos desnudamos en el salón y salimos fuera. Una vez allí se sentó en
una hamaca y me tiró hacia regazo sujetándome con una mano por la nuca y con la
otra cubriendo mi cintura. Me miró a los ojos y me comió la boca. Estábamos
borrachos, fumados, drogados. Estábamos en un estado de placer único. Nos
pusimos de pie y saltamos a la piscina, me empujó contra el bordillo y empezó a
follarme. Nos besábamos, no parábamos de follar. Su polla en mí dentro del
agua. Sinceramente prefiero follar en seco pero la piscina da mucho juego. Es
divertido. Mordía mis labios, yo los suyos. Me comía las tetas mientras yo
apretaba su culo contra mí. Salimos y me abrazó para no tener frío mientras
subíamos a su habitación. Antes de llegar a ella veo el baño. En un abrir y
cerrar de ojos estábamos los dos bajo la ducha follando. El chorro de agua caía
sobre mi cara a la par que mis gemidos se dejaban oír en todo el vecindario. Me
a compaña con los brazos a tumbarme en la bañera, me abre de piernas y empieza
a comerme el coño. Me mete los dedos en el coño mientras pone la alcachofa a
máxima potencia en mi clítoris. Mete el dedo gordo. Lo mete en mi boca. Me
besa. La alcachofa sigue en mi coño, la acerca, empieza a acariciarme el
clítoris con ella, me la mete entera. Era cuadrada, no era de esas nuevas
redondas inmensas. Seguía encendida y la presión la hacía vibrar. No podía
parar de gemir, de comerme las tetas. Estaba siendo una noche inolvidable. Me
corrí infinidad de veces. Cogí su cuello, lo abracé y empecé a besarle la
oreja, a bajar. Le pedí que se pusiera de pie mientras yo, arrodillada en la
ducha empecé a comérsela. Bajé la presión de la ducha para que el agua
acariciara su culo, sus huevos. Se corrió en mi boca y dejé caer un hilito para
recogerlo con mi dedo y chuparlo mientras lo miraba a los ojos desde abajo.
Dormimos juntos. Me desperté con su brazo encima de mí sin saber dónde estaba.
Me levanté y vino a mi mente toda la noche. No lo podía creer cómo da de sí una
noche de verano…
Aun sigo esperando desde hace un año ; D
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